Nuestro momento es una invención babilónica

Deutsche Übersetzung

Tiempo proviene del latín tempus que significa “extensión” o “medida” (Maria Sol Vazquez)

El tiempo, su concepción y la noción que se tiene de él son el resultado de una de las tantas herencias babilónicas que aún están presentes al día de hoy.

Babilonia, antigua civilización de la baja Mesopotamia (actual ciudad de Hilla, Irak), repleta de historias de grande-za y conocida por haber poseído una de las siete maravillas de la edad antigua, los jardines colgantes. Algunos de los inventos que se originaron continúan en uso, incluso cuatro milenios después. Desde una herramienta tan básica como el ábaco hasta sistemas más complejos como el arado o el primer velero constituyeron un antes y un después en la historia de la humanidad. Pero, ¿acaso fueron los babilonios los primeros en estudiar y describir la noción del tiempo?

El tiempo es un concepto difuso, reacio, difícil de definir; en sentido general, se describe como una magnitud física que se utiliza para medir la duración de acontecimientos. Es de uso cotidiano: desde pactar una cita con un amigo o una reunión de trabajo o el horario en el que debemos llevar a los niños a la escuela, gran parte de nuestra rutina está determinada por el tiempo y hasta parece imposible imaginarse una sociedad funcional sin horarios establecidos de común acuerdo.

La idea del tiempo se originó con los astrólogos y matemáticos babilonios, quiénes utilizaban el sistema sexagesimal de numeración que toma el sesenta como base. Dividieron el día en 24 partes iguales, y cada una de esas partes se dividió por sesenta, originando los minutos y los segundos. Muchos años después, esas 24 partes pasaron a denominarse horas. Esta medida fue adoptada por los antiguos egipcios quienes desarrollaron el concepto con mayor precisión e inventaron el reloj de sol. Por su parte, los babilonios utilizaban un sistema que fue el antecesor a este reloj, el reloj de agua, que calculaba el lapso que tarda una determinada cantidad de agua en pasar de un recipiente a otro de igual tamaño. 

Esta concepción derivada de “los inventores del tiempo” es la que se utiliza en la actualidad. Habrá quiénes piensen que el tiempo no representa un aspecto fundamental del mundo, o quiénes consideren que se trata de una percepción subjetiva y personal, ya que dependiendo de la actividad que se lleve a cabo, a veces los minutos parecen acelerarse, o por el contrario, se tornan lentos y pesados simulando una aburrida infinidad. De una manera u otra, no se puede ignorar el hecho de que el tiempo forma parte de las sociedades y que su concepción ha ido cambiando a lo largo de los años. 

Uhrenservice Meister en Altstadt Kleinbasel (Foto: Maria Sol Vazquez )
Uhrenservice Meister en Altstadt Kleinbasel (Foto: Maria Sol Vazquez )

La modernidad líquida según Zygmunt Bauman

Zygmunt Bauman fue un sociólogo de origen polaco (1925-2017) que creó el término de modernidad líquida para describir el periodo actual relacionando las costumbres del presente con los líquidos; de esta manera, las sociedades contemporáneas se caracterizan por ser fluctuantes e inconsistentes mientras que la época anterior a ésta, denominada modernidad sólida se caracteriza por ser más estable y predecible.

Según Bauman, factores tales como el capitalismo, el rápido avance de la tecnología y la migración humana han causado cambios profundos en el foco de la cultura y la economía de los países, afectando a ciertos aspectos de la vida cotidiana como las relaciones de pareja, los puestos de trabajo, la producción de bienes y servicios, y los modos de consumo. Una característica que todos estos aspectos tendrían en común en la sociedad líquida es que tienen una corta duración y pueden ser reemplazables por lo tanto también son desechables: las relaciones de pareja ya no son concebidas como duraderas, una persona puede ser fácilmente reemplazable en su puesto de trabajo y los objetos se convierten en desechos de un sólo uso. 

A raíz de esta transición, ¿cómo se ha transformado la noción del tiempo? Se habla mucho de la era de la inmediatez, caracterizada por el uso del teléfono móvil de manera hasta casi frenética, en donde la espera produce frustración y encontrar momentos de verdadera calma se vuelve una misión.  

Sin embargo, entre tanta inmediatez y exaltación, aún se encuentran oficios y profesiones que requieren del trabajo manual, de tiempo en términos de calidad y cantidad y de dedicación. En Basel aún se pueden visitar bellísimas tiendas de artesanos. Muchas de ellas han sido gestionadas por varias generaciones familiares que continúan la tradición. 

Uhrenservice Meister es una de las tiendas de reparación y venta de relojes que se pueden encontrar en Klein Basel; apenas uno entra en la tienda, la variedad de relojes nuevos y antiguos en exhibición simulan un viaje en el tiempo con sensaciones que se dejan entremezclar en un cálido ambiente animado por el sonido de las agujas girando al compás de los segundos. Allí se puede observar el taller de Gilles Meister, compuesto por un sinfín de herramientas y piezas diminutas: “Elegí este oficio porque disfruto mucho del trabajo artesanal. Trabajar con piezas tan pequeñas requiere de extrema paciencia, sin ella sería imposible realizar mi trabajo. La minuciosidad para poder manipular los componentes de un reloj y lograr que todo encaje en su lugar es crucial, y no hay que olvidarse de un factor muy importante: el tiempo, sin tiempo -y cuando digo tiempo, me refiero a tener tiempo de verdad y qué hace uno para aprovecharlo- no podría llegar a un buen resultado, imaginate que cada pieza cumple una función y cada pieza merece una buena cantidad de tiempo para formar el engranaje perfecto”, comentó Meister, quién se ha dedicado a la reparación de relojes prácticamente toda su vida.

En una sociedad que invita al individuo a ser flexible, a asumir riesgos, a “vivir cada momento como si fuera el último”, detenerse ante tanta caótica velocidad para contemplar el panorama y descansar de la noción de tiempo/productividad que se ha impuesto en las sociedades modernas podría generar calma y bienestar, al menos por un momento. Y si bien la noción del tiempo que conocemos hoy ha sido un concepto que se ha estudiado desde la antigüedad, se puede concebir a éste como una de las tantas herencias babilónicas que aún viven en el presente. 

Maria Sol Vazquez