Die deutsche Übersetzung des Artikels von Sol Vazquez finden Sie hier: Eine Reise durch die Zeit
Dos músicos extraordinarios hablan de sus vidas, que les llevaron a Basilea por caminos diferentes. Sol Vázquez habló con ellas.
Abril y Ana crecieron en un ambiente que nada tenía que ver con su profesión. Desde muy pequeñas les apasionó la música. Aunque ambas han tomado caminos muy diferentes, hay muchos aspectos que tienen en común: Años de intensa preparación y estudio, dedicación, compromiso y perseverancia para perfeccionar su pasión por la música.
Nos invitan a reflexionar sobre las costumbres y tradiciones de hoy en día y sobre cómo podemos conectar como individuos con lo que nos hace tan humanos: la creatividad y la curiosidad.
Abril Padilla, contanos un poco a qué te dedicás…
Hoy en día, además de dar conciertos, me dedico a dar talleres. Uno de mis objetivos es motivar a mis alumnos a hacer música con elementos cotidianos que nada tienen que ver con los instrumentos musicales. Si bien cada proyecto es diferente, la idea sigue siendo la misma: abrirte a nuevas experiencias, brindar nuevas herramientas de creación, nutrir la educación desde otros espacios; se trata de talleres muy interesantes, que despiertan tu creatividad desde aspectos poco convencionales.
Has sido testigo de la transición tecnológica, en cuanto a producción y grabación musical se refiere ¿Cómo viviste ese cambio?
Cuando me inicié, no había estudios de grabación como los que tenemos ahora, las computadoras no estaban al alcance de todos y los celulares ni existían. Tuve la ventaja de empezar a trabajar con grabadores de cinta; hoy en día te descargás un programa en una tablet y podés componer y grabar. Pero antes, el trabajo implicaba que te involucres más en el proceso creativo, era mucho más manual y eso me marcó mucho.
¿Cómo fue trabajar con estos aparatos que para muchos, hoy en día, es un trabajo difícil de imaginar?
En realidad fue una gran ventaja; por ejemplo, yo trabajé mucho con el magnetófono, una máquina indispensable en aquellas épocas. Y te digo que ha sido una gran ventaja porque los accidentes que te pueden ocurrir con el material analógico son diferentes a comparación de aquellos que te pueden ocurrir en un estudio de grabación con la última tecnología. Yo podía seguir el camino de la transformación del sonido, identificar los defectos, establecer una relación física y directa entre lo que se produce y lo que se escucha. Pero, lo más importante: estar atenta y expectante a lo imprevisible. A ver, con lo digital tenés imprevisibles pero muchas veces menos divertidos, te sentís afuera del proceso.
¿Cuáles han sido tus mayores influencias en tu carrera musical?
Mis mayores influencias han sido mis docentes. A los 8 años mi mamá encontró una profesora que dijo “Vamos a aprender a improvisar” y eso cambió mi vida: tenía que tocar instrumentos y cantar improvisando, sin partituras. A partir de ese momento, me fui abriendo a nuevas experiencias. Hoy, como músico interviniente, intento impartirlo en la enseñanza hacia mis alumnos, ya sea con niños de 4 años o con un profesor universitario, a través de mis proyectos los invito a preguntarse: ¿Desarrollaste tu curiosidad hoy o no?, ¿qué sonidos se pueden crear con objetos cotidianos? A fin de que encuentren situaciones sonoras y musicales en lugares y elementos inesperados.
¿Por qué elegiste Basel como tu lugar de residencia?
Por muchas razones. La principal, no está relacionada a mi carrera, y tiene que ver con el hecho de que quería criar a mi hija en una ciudad amigable para niños; y, en segundo lugar porque Basel tiene un componente multicultural que otorga riqueza a la producción musical. Un punto importante es el apoyo de fundaciones y del cantón al arte contemporáneo, que lo percibo como una voluntad real y propia de la cultura de esta ciudad de apoyar al artista. Esto facilita muchas cosas, desde crear proyectos hasta proponer conciertos.
¿Ana Sarmiento Alonso , cuándo se despertó tu interés por la música?
Empecé desde muy chica. Como cantaba mucho, mis padres decidieron apuntarme a piano a los 5 años en una escuela de música. Después a los ocho, cuando tenía edad suficiente para entrar a estudiar en el conservatorio, me enteré que las plazas de piano estaban todas ocupadas. Sólo quedaban de chelo y acordeón y mi papá me dijo “pues métete a estudiar acordeón que se parece al piano y luego te cambias”, y luego ya no me cambié. Hoy continúo formándome como profesional al mismo tiempo que me dedico a enseñar todo lo que aprendí estos años.
¿Qué fue lo que te llevó a especializarte en instrumentos medievales?
Me interesé por la música antigua cuando estaba estudiando en la universidad, empecé a profundizar en la interpretación del repertorio barroco, renacentista y medieval y desde entonces decidí especializarme.
Y bueno, además de que soy amante de la historia. Saber de dónde proviene tu música popular, por ejemplo, me parece fundamental: el tipo de música que yo hago forma parte de ti, y es una forma de conocerte, de conocer tu historia, además de que me ayuda a entender la música actual.
¿Qué tienen de especial estos instrumentos?
En mi carrera me ha tocado estudiar cada componente de esos instrumentos, hay que tener en cuenta que muchos de esos componentes hoy en día los realiza un motor o un sistema automático, pero en esa época se realizaba todo de manera manual.
Imagina que tienes una radio y puedes desmontarla y así saber para qué y cómo funciona cada pieza que la compone. Así percibo yo a estos instrumentos, cada pieza y cada elemento conforman un todo sustancial, son tan precisos y al mismo tiempo tan manuales, que demandan mucho compromiso por parte de uno. Requiere que le dediques tiempo de calidad, paciencia y planificación, se trata de un trabajo muy cuidadoso. Hoy en día estoy trabajando en un proyecto de recuperación del patrimonio de instrumentos antiguos.
¿Cuáles son tus desafíos a la hora de brindar conciertos de un género poco convencional?
En general el público es muy receptivo, pero otras veces, se percibe cierta resistencia, tal vez porque se trata de algo diferente, algo que nunca habían escuchado antes. Por otro lado, me gustaría que más gente joven se interese por el tipo de música que hago, pero entiendo que es un trabajo que tenemos que hacer desde adentro. ¿Cómo hacer que un adolescente de 13 años se interese por la música medieval? Es todo un reto, pero estamos trabajando en ello.
¿Hay alguna razón relacionada con tu carrera que te haya traído a Basel?
Pues hombre, sí. Basel tiene una de las escuelas más emblemáticas en cuánto a música antigua se refiere. La mayoría de los profesionales de música antigua han pasado por esta ciudad, y por eso decidí continuar mi formación aquí.
Desde el mozaik queremos expresar un profundo reconocimiento a todas aquellas personas que se dedican a la música y que han invertido mucho tiempo y recursos en su formación, para así continuar creando y produciendo. Ya sea con un instrumento de teclado medieval o un batidor manual de alambre de cocina, Ana y Abril nos invitan a escuchar los sonidos que nos rodean de una forma diferente. La música nos enriquece como personas, nos hace conectar con la parte más humana de nosotros, y también nos permite viajar en el tiempo.
Sol Vázquez
Abril Padilla
nació en Buenos Aires, Argentina en 1970. Es compositora, artista interviniente, profesora y especialista en producción de audio de cine y películas mudas. Empezó su formación a los 7 años y desde entonces nunca dejó de perfeccionarse. En París, realizó su doctorado sobre experimentación acústica en música contemporánea. Y hoy, además de dar conciertos, se dedica a formar profesores y alumnos a través de proyectos que escapan de lo común.
Ana Sarmiento Alonso
nació en León, España, en 1993. Empezó su formación a los ocho años en acordeón y luego estudió canto lírico. Se recibió de pedagoga y acaba de terminar su especialización en instrumentos de teclado medieval. Se dedica a dar conciertos, crear y formar parte de proyectos educativos e impartir clases.